
Por Ana María Laguna, socia en Extend
En el relato corporativo, solemos empezar por el propósito, la reputación, el compromiso ESG o la marca empleadora. Pero puertas adentro, muchas veces se omite a un actor clave: las personas que sostienen ese relato todos los días. El público interno no es solo una audiencia: es el alma de la cultura organizacional, y sin él, cualquier transformación pierde fuerza.
Según Gallup (2024), solo uno de cada tres trabajadores en el mundo siente que su opinión importa en el lugar donde trabaja. Y cuando eso ocurre, el engagement, la productividad y la retención mejoran. Pero el problema es más profundo: Harvard Business Review advierte que apenas el 7% de los trabajadores cree que la comunicación en su empresa es oportuna, abierta y clara. ¿Cómo aspirar a la transformación cultural si aún no resolvemos lo básico?
Las organizaciones más admiradas no solo cuentan bien lo que hacen: lo viven hacia adentro con coherencia. Tienen líderes que no solo bajan lineamientos, sino que escuchan. Equipos que no solo reciben mensajes, sino que los coconstruyen. Estrategias que no se quedan en campañas creativas, sino que aterrizan en ritos, espacios y conversaciones del día a día.
Estos desafíos, no son abstractos: se enfrentan todos los días en conversaciones difíciles, decisiones estratégicas mal comunicadas o silencios que erosionan la confianza. Quienes han participado en el taller “Comunicación Efectiva”, liderado por el área de Cultura Organizacional de Extend, han trabajado en reconocer sus propios estilos comunicacionales, fortalecer la escucha activa, dar retroalimentación constructiva y liderar desde el lenguaje. A través de dinámicas prácticas y reflexión guiada, han profundizado en la importancia de construir vínculos sólidos que sostienen culturas organizacionales sanas y consistentes. En ellos, siempre motivamos a que las organizaciones puedan medir y trabajar sobre tres dimensiones claves:
No basta con un canal interno o una encuesta de clima una vez al año. Las organizaciones que realmente entienden a su público interno activan prácticas como:
Y es que todo lo que hacemos pasa por la comunicación. Las culturas que comunican bien no solo se adaptan mejor al cambio: lo lideran.
1. El público interno no es un canal: es el primer stakeholder estratégico de cualquier transformación.
2. La cultura no se comunica con eslóganes: se vive en las conversaciones cotidianas.
3. Medir sin conversar es diagnosticar sin actuar: la escucha activa es un proceso continuo, no un hito anual.